La democracia es conocida por ser un sistema político en el que se pretende satisfacer en términos de libertades las necesidades de los ciudadanos de una determinada sociedad. Esta es la definición que parece aunar una gran cantidad de apoyos entre los académicos de la Ciencia Política.
Ahora bien. Trazamos estas líneas desde esta definición debido a que es un término que todas las personas creen poder definirlo aun cuando las definiciones dadas distan mucho entre sí.
Por ejemplo: el politólogo Philippe Schmitter, con la colaboración de Terry Lynn Karl, definieron el concepto en su ensayo llamado «Qué es… y qué no es democracia». Para ellos es un «sistema de gobierno en el que los gobernantes son responsables de sus acciones en el terreno público ante los ciudadanos, actuando indirectamente a través de la competencia y la cooperación entre sus representantes electos».
Ambas definiciones son válidas, aunque ambas se refieran a aspectos distintos de este sistema político. En la primera se alude a la libertad de los ciudadanos. En la segunda, a la responsabilidad de los gobernantes.
¿Es «democracia» o «poliarquía»?
A pesar de que hablamos de «democracia» en la mayoría de las ocasiones, Robert Dalh, indicó que todos los estados que no cumplan todos los requisitos para ser considerados una democracia, no lo son. A estos estados hay que denominarlos «regímenes poliárquicos». En donde el poder es ejercido en representación de «muchos» pero no de «todos».
Para Dahl, un estado que se quiera calificar como democrático debe cumplir estos cinco requisitos:
- Una participación efectiva de todos sus ciudadanos, teniendo todos ellos las mismas oportunidades de elegir su preferencia, expresar sus cuestiones para que pueda focalizarse en ellas la agenda pública y expresar libremente sus opiniones a favor o en contra de un resultado determinado.
- Todos los ciudadanos tienen que tener la certeza de que su decisión será tenida en cuenta por los representantes que salgan elegidos, tanto si han sido votados por ellos como si ha salido ganador sin sus votos.
- Todos los ciudadanos deben tener toda la información disponible para emitir correctamente sus preferencias. Ningún ciudadano debe tener más información que otro.
- Los ciudadanos deben poseer el control de la agenda pública, haciendo que se debatan o se regulen los temas que consideren de interés para la sociedad que forman.
- El sistema político y electoral debe ser inclusivo con todos los ciudadanos, ya que todos pueden tener intereses legítimos en el proceso de toma de decisiones político.
Pero a lo largo de la historia de las sociedades, la democracia, aunque no perdiendo su esencia, se ha ido adaptando a las diversas corrientes de pensamiento de las distintas comunidades que elegían el sistema democrático como su mecanismo político.
Así pues, en las siguientes líneas se exponen los cuatro modelos de democracia que desarrollan David Held y Crawford Brough Macpherson desde un punto de vista comparado.
Democracia protectora o como sistema de protección
Este modelo de democracia surge cuando en la sociedad nace la preocupación por proteger una serie de intereses personales o públicos (sobretodo en el ámbito económico). Para Macpherson, este modelo es el «modelo fundador de la democracia».
Según David Held, este modelo democrático se apoya en el pensamiento político de Thomas Hobbes. El filósofo creía que «sólo un estado protector poderoso puede reducir los peligros que afrontan los ciudadanos».
El propio Hobbes advierte de que «el hombre es un lobo para el hombre» por lo que establece como premisa básica que los ciudadanos se cercioren de que los gobernantes no se enriquecen con los recursos de la sociedad y de que llevan a cabo políticas beneficiosas para la comunidad.
Este hecho se recoge en una de las características que describe Held sobre este tipo de democracia: el carácter central del constitucionalismo y una estructura central de derecho que garantice la igualdad ante la ley. La estructura del estado y de la sociedad deben estar separadas, según este autor, para que la sociedad pueda seguir desarrollándose sin ninguna interferencia política que bloquee este desarrollo.
Los gobernantes son elegidos en elecciones libres y regulares, donde el voto sea secreto. McPherson indicará que para llegar hasta este punto, la clase dominante tuvo que ceder debido a que la clase obrera corría el riesgo de convertirse un verdadero movimiento organizado, aunque la clase dominante pensaba que los obreros se fiarían de las corrientes ideológicas de las clases medias, más cercanas a su status.
Este modelo nace de la mano del surgimiento de una sociedad europea capitalista y según Held “fue el complemento perfecto para su desarrollo”. Esta idea también es compartida por McPhersons que considera que es democracia como protección pero a los intereses del mercado, debido a lo cual, en las características antes mencionadas se observa como las clases pudiente no quieren ver al estado entrometerse en su ámbito económico.
Democracia desarrollista o como Modelo de Desarrollo
Como continuación del anterior e influido por las ideas de filósofos como Maquiavelo o Jean Jaques Rousseau surge un nuevo modelo en el que según McPhersons “el hombre también tiene capacidades que desarrollar”.
Este desarrollo se ha de centrar en el individuo (ciudadano) y dejar un poco de lado la visión predominante de la democracia como motor económico.
Rousseau interpretará una democracia como un sistema de desarrollo basado en un conjunto de derecho y deberes fundamentales, lo que el propio filósofo denominará “democracia desarrollista radical”.
Esto supone una revolución democrática en todo su ámbito, ya que en lo que se apoyaba la democracia como protección eran teorías contractualistas (Hobbes, Locke, etc.), mientras que Rousseau indica que para formalizar ese “contrato social” no sólo no es necesario ceder los derechos y libertades, sino que además la soberanía del Estado reside en el pueblo y que ésta nunca debe abandonarlo.
Así indica que “los gobernados deben ser los gobernantes”. La permanencia histórica de este modelo es bastante amplia, teniendo su mayor auge, según Held, en la Revolución Francesa.
Si bien Rousseau habría dado inicio con su concepción democrática, los teóricos del siglo de la primera mitad del siglo XX, escribieron acerca de la democracia como si ésta, por si sola, pudiera hacer lo necesario para que la sociedad fuera buena, en palabras de McPherson.
Democracia elitista competitiva o democracia elitista pluralista de equilibrio
Viene basada en pensamientos de Schumpeter y de Max Weber. Para este tipo de democracia, Held indica que la consecuencia más directa es la creación de una élite que de profesionalización de la política que se basa en la competitividad entre los individuos de la misma por acceder a los cargos públicos. Esta élite es entendida como un grupo de personas preparadas para la adopción de medidas. Respecto a sus características, es el modelo en el que nos encontraríamos hoy en día, con un gobierno fuerte elegido por los parlamentarios (que forman parte de ésta élite también), y cuyo mecanismo de enfrentamiento son los partidos políticos.
Schumpeter, indicará que este tipo de democracia, puede dar lugar a que los políticos reinterpreten las necesidades de los ciudadanos, haciendo que se puedan mantener en el poder e incluso pueda dar lugar a un turnismo político institucional. Aunque indica también que esto no puede ser concebido como un modelo democrático porque en ésta, todos los ciudadanos han de tener las mismas posibilidades de acceder a los cargos públicos y/o de representación. McPherson calificará este tipo de democracia como “elitista pluralista de equilibrio”.
Este autor añade el término “pluralista” por una sencilla reflexión: una sociedad que se adapta a un sistema político democrático, es una sociedad plural en donde los individuos tienen intereses separados y compiten por desarrollarlos, aunque sean antagónicos. McPherson calificará la democracia como un simple mecanismo para elegir y autorizar gobiernos, organizados en partidos políticos. Además con la intervención en la economía por parte de las democracias occidentales, esto modelo ha quedado un poco “cojo”, ya que se entendía como un “mercado de votos”. El autor también realiza una visión de futuro indicando que este modelo seguirá vigente mientras la sociedad crea que la alternativa es un estado totalitario.
Democracia participativa o directa: El fin de la política
Tiene como fin el libre desarrollo tanto de la personalidad como de las actividades de los miembros de la comunidad. Este tipo de democracia tiene cierta desestabilidad, ya que las personas que ostentan cargos públicos están sometidos al control permanente de todos los miembros de la comunidad.
David Held lo considera el fin de la política ya que no hay que elegir representantes para que tomen decisiones en nombre del pueblo (como en los actuales modelos de democracia representativa), sino que es el pueblo en su conjunto el que se reúne y toma las decisiones. Esto elimina todo tipo de vestigio de las clases sociales ya que todas las personas participan por igual y todas tienen las mismas posibilidades de acceso a los cargos públicos.
Este modelo viene a la par con las concepciones políticas de Marx, ya que según este es “el gobierno del proletariado”, requisito que se cumple por las razones anteriormente mencionadas, y debido también a que el gobierno es controlado por los obreros (entendidos como aquellas personas que no poseen los medios de producción, sino que sólo les dan vida). Held, a su vez, hace una distinción entre la democracia directa concebida desde la ideología socialista y el comunismo.
Este hecho hace que se observen diferencias notables en la cuestión de la defensa, ya que para la visión socialista, las fuerzas armadas deben controlar el orden establecido conforme a las decisiones de la asamblea y el gobierno, y según la visión comunista el prescindir de estas fuerzas armadas y sustituirlas por el autocontrol es fundamental.
Además, en la cuestión económica se vuelven a distinguir entre el fin de los privilegios de las clases sociales y la eliminación de toda clase de mercados e incluso del dinero. A este modelo, McPherson lo denominará “democracia participativa” y la establece con dos requisitos para su aparición. El primero de ellos, es que los ciudadanos tomen conciencia de poder desarrollar sus capacidades dentro de un marco comunitario previo a la aparición de la democracia participativa.
El segundo de ellos, es la reducción de las desigualdades socioeconómicas entre los miembros de dicha comunidad, ya que de no ser así se favorecería un sistema partitocrático en el que accedieran sólo las élites a los cargos públicos y de representación.
Este modelo es desgranado por McPherson en dos puntos de vista, como son el abstracto (según éste la democracia directa debe de estar en la base, mientras que los demás puestos se deben elegir por medio de delegaciones o representantes.
Puede ser un ejemplo de esto la forma de gobierno parlamentaria en el que el gobierno es legitimado por el pueblo mediante la interacción del parlamento) o el partidista (consistente en mezclar el punto de vista abstracto con un sistema de partidos competitivos que se enfrenten entre sí por el acceso a estos puestos).
Conclusión
Desde la protección de los intereses personales y económicos, hasta el modelo participativo se observa como la sociedad ha ido avanzando y la democracia se iba modificando adaptándose al tipo de sociedad que se creaba.
Los autores han hecho referencia al futuro, aunque si bien es cierto, que el futuro no sólo depende de la democracia que haya en un determinado estado. Aunque a lo largo del análisis de los distintos modelos o teorías de la democracia hemos visto, en cierto modo la historia del hombre desde un punto de vista político.